“Tus clientes olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo les hiciste sentir”. La escritora Maya Angelou, dijo que esta es la clave para permanecer en la memoria de las personas y que nunca te olviden.
Si bien hoy en día tenemos claro el poder del #neuromarketing para aumentar la efectividad de las ventas, a veces se olvida que esta sensación que llevó al cliente a comprar, es la misma que espera sentir al adquirir el producto y vivirlo.
De poco sirve vender bien si luego al experimentar el producto, la sensación que tiene el cliente es peor o no corresponde. En este punto es cuando el departamento de #postventa se vuelve una pesadilla de la que todos quieren huir.
En el caso del desarrollo inmobiliario esto se vuelve especialmente importante ya que lo que se vende son espacios que se van a vivir por mucho tiempo, hasta por varias personas y generaciones distintas.
Los desarrolladores inmobiliarios son los que construyen el mundo donde vamos a vivir. Los espacios, los edificios y las ciudades que conforman, perduran por muchos años. Estos espacios, edificios y ciudades son el mundo donde queremos vivir? ¿Cómo nos hacen sentir? ¿Nos hacen felices realmente? Y sobre todo ¿de qué depende?
Actualmente sabemos que nuestras emociones son resultado de los estímulos que captamos de nuestro entorno con nuestros sentidos, que viajan hasta nuestro cerebro mediante el sistema límbico. Y que es en esta parte, la más primitiva de nuestro cerebro, que al interpretar estos estímulos se produce una cierta química cerebral, que influye en nuestras emociones, que producen nuestros pensamientos y en consecuencia, nuestro comportamiento.
La ubicación de las ventanas, los ángulos, las paredes, el mobiliario, el jardín, los colores, las texturas, espacios abiertos, los sonidos, la luz, la temperatura (...) todos estos elementos son estímulos que se integran en nuestro cerebro. Si el 90% del tiempo de nuestra vida ocurre dentro de espacios, el poder que tienen los espacios para determinar nuestras emociones, pensamientos y comportamientos parece obvio y evidente. Lo que probablemente no sea tan claro es cómo nos afecta, o con qué intensidad, o si son emociones positivas o negativas, placenteras o estresantes.
Imaginemos que ocurre si este espacio es nuestra casa, o la de nuestro cliente. ¿Cómo de importante puede llegar a ser cómo nos hace sentir? ¿Puede influir en la calidad de nuestras relaciones? ¿Puede afectar a nuestro desempeño?
Para un desarrollador, conseguir que sus clientes se sientan felices y realizados en los espacios que él crea es clave para asegurar que las postventas van a ser tranquilas. Es más, puede significar que en lugar de recibir quejas, el departamento de postventa se llene de felicitaciones y testimonios de agradecimiento de clientes felices. Y cuando eso ocurre, lo más probable es que estos clientes felices atraigan a más clientes.
Ser recordado por desarrollos que gustan, por construir edificios que embellecen el mundo y crear espacios donde la gente se siente feliz y realizada es clave a la hora de crear una marca de desarrollo inmobiliario que perdure y funcione como sello de calidad.
Hoy en día es posible hablar de arquitectura que produce felicidad y arquitectura que lleva a la depresión. La aparición de la neuroarquitectura ha supuesto la posibilidad de medir y cuantificar las #emociones que los espacios producen en las personas. Es una herramienta que sirve para integrar razón y emoción en la creación arquitectónica de una forma más científica, objetiva y medible.
Ahora ya sabemos por medios científicos, que los espacios circulares activan un área en particular del cerebro que está relacionada con la gratitud. Que el acabado de madera reduce la actividad del sistema nervioso. Y que los lugares amplios y con techos altos invitan a quedarse por más tiempo que los lugares estrechos y con techos bajos.
Saber qué efecto tiene en las personas los diseños angulosos, la diferencia en cómo percibimos un espacio cuadrado respecto a uno rectangular o porque la luz artificial favorece el cansancio, entre otras cosas, significa diseñar sabiendo qué emociones van a vivir las personas que habiten esa arquitectura.
El diseño de espacios centrado en el funcionamiento del cerebro, la #neuroarquitectura es la herramienta para lograr la felicidad, el bienestar y mejorar la calidad de vida de las personas a través de los espacios.
¿Cómo crees que se sienten las personas, tus clientes, en los espacios que construyes? ¿Cómo crees que te van a recordar? Y sobre todo, ¿volverían a comprar?
Comments